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Chris Yee, dueño del nuevo restaurante Rockin’ Crawfish, dice que quieren un ambiente relajado. 

Rockin’ Crawfish es un restaurante criollo y bar deportivo que tiene solo tres semanas abiertas, y ya está amasando un gran grupo de clientes habituales buscando un poco de soul food. Hay buena razón por la afición, pero eso no escusa los pocos problemas que aún no se han arreglado.

La mayoría de la comida se ordena por libra y pueden ser fácilmente individualizadas. Cada orden de langosta, cangrejo, o almeja, entre otros, viene servido con una salsa—limón y pimienta, mantequilla al ajo, o una combinación ‘rockin’ de los dos—y con un nivel picante entre original y volcánico. El precio varía según el precio del mercado, así que vale la pena preguntar al mesero para evitar una sorpresa con la cuenta.

Yo elegí una libra de langosta con mantequilla al ajo y un nivel picante medio. El ordenar fue fácil y rápido, pero pronto aprendí que el Rockin’ Crawfish es un juego de espera. 

Empecé a examinar mis alrededores mientras esperaba mi comida. Las paredes, cabinas, sillas, e incluso una cabina de teléfono viejo estaban cubiertos de grafiti de previos comensales. Entre los nombres, apodos twitter, y proclamaciones de amor escrito en marcador, sale un ambiente de una fraternidad en un restaurante sureño. Yee dice que eso es intencional. 

“Establece el ambiente,” explica Yee. “Queremos que nuestros clientes se sientan a gusto haciendo lo que quieran.”

Esa mentalidad les sirve bien. Rockin’ Crawfish se siente relajado y abordable. Mientras los minutos me pasaban, y mi comida todavía no salía, me familiaricé con la diversidad de grafiti en el restaurante. Entre las televisoras retumbando partidos, las luces kitsch, y música corriente en el fondo, todo se unió perfecto.

La espera continuaba. Los meseros han deber sido conscientes de esta espera anormal porque seguido pasaban para asegurar que todo estaba bien con los comensales. Nos pasaban toallas de papel, baberos, pañuelos húmedos, y guantes. Pero después de cierto punto, no era muy relajante aunque fueran serviciales.

Cuando por fin llegó mi comida, entendí de inmediato el uso de todos los accesorios que me habían dejado. Los crustáceos llegaron en una bolsa de plástico y un plato de servir negro.

Me puse mi babero, acerqué un puño de servilletas, y empecé a comer. La aroma de ajo espeso y dulce mantequilla incontenible al llegar a una criatura tras la otra, arrancando la cola para llegar a la carne por dentro. Mis manos pronto se cubrieron en salsa roja.

Las langostas estaban cocidas perfectamente, y la salsa la adición perfecta. En ese momento entendí porque tomaron su tiempo perfeccionando la comida, pero eso no perdona la espera.

Rockin’ Crawfish es un gran lugar para comida criolla, y su ritmo sin duda mojará con el tiempo. Si no le importa entrar en planta baja a una operación inmatura, allí se puede disfrutar una gran comida., y parece que muchas hacen exactamente eso.

“Solo tenemos tres semanas abiertas, y ya hemos tenido clientes regresando varias veces a la semana,” explica Yee. “Sabemos que estamos haciendo algo bien.”

Rockin’ Crawfish
2300 El Portal Avenue, San Pablo
Tel. (510) 230-4874

Horas de negocio:
Lun – Vie: 14:00-22:30
Sab – Dom: 13:00-22:30 

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